"La fábula de la mujer derrotada"

Publicado por David López

—¿Quieres que te cuente "la fábula de la mujer derrotada"? —dijo el anciano.
—Abuelo, no estoy para cuentos —respondió Arturo.— o me indicas el camino o lo busco por mi cuenta. Pero no me ralles con esas patrañas.
—Joven, tu no eres de por aquí, no conoces el bosque. Lo único que te interesa ahora mismo es volver a la cabaña con tus amigos para poder descansar. Y el camino mas corto consiste en que te sientes junto al fuego a escuchar "la fábula de la mujer derrotada".

Con gesto sorprendido Arturo vaciló un instante. "¿Como demonios sabe este viejo que he venido con mis colegas? Quizá deba quedarme a ver que mas sabe el carcamal ... quizá se merezca una lección.
Quien me iba a decir a mi cuando vine a pasar unos días en la cabaña de James que me iba a perder en el bosque de caperucita por la noche y me iba a encontrar un personaje como este. Sentado en un tronco arrimando las manos a una hoguera. ¿Y si esto fuera ...? Ya lo pillo, los muchachos han decidido gastarme una jugarreta, seguro que ha sido idea de James. Vale, ¿queréis jugar? Juguemos."

—Esta bien abuelo —dijo Arturo sentándose en el tronco mas alejado—, cuéntame esa historia de miedo.
—Se trata de "la fábula de la mujer derrotada" ...
—Si, si, lo que sea.
—De acuerdo. En un pequeño pueblo del norte vivía una muchacha muy normal. Su nombre era Vívian. Sus padres habían tenido problemas para tener hijos y la querían y la cuidaban como un tesoro. Por eso la educaron lo mejor que pudieron. Sobre todo le inculcaron a la muchacha que las mentiras solo traían problemas y por eso debía decir siempre la verdad. Le dijeron que a veces seria difícil, pero que tenía que ser fuerte. Y así es como la muchacha procuró decir siempre la verdad. No le fue difícil en la infancia, pero las cosas se le complicaron cuando empezó a independizarse...

En una ocasión entro en una taberna y pidió algo de comer. Se comió todo lo que le trajeron sin pronunciar palabra. Cuando volvió el tabernero a cobrar por el almuerzo la muchacha le dijo: 'Disculpe pero es el peor pescado que he probado nunca. En ocasiones he comido peces crudos recién pescados que tenían mejor sabor que el suyo'. El camarero, indignado, se puso hecho una furia y comenzó a proferir las palabras mas feas que conocía contra la muchacha a la vez que la echaba del local. La muchacha, entre sorprendida y asustada, se preguntaba porque se ponía de ese modo aquel hombre, ella solo intentaba ayudarle diciéndole que no servía un buen pescado.

En otra ocasión la muchacha encontró trabajo a cargo de un hilandero. Al principio solo le encargaban tareas sencillas como traer agua, leña o hilo para otros trabajadores. Pero con el tiempo le fueron encargando tareas mas importantes como hilar tejidos o encargarse de la tienda. De este modo descubrió que el hilandero conseguía ropas e hilos viejos y sucios, los cosía y lavaba y los vendía como si fueran nuevos. Vívian se dio cuenta de que esto no estaba bien y un día se lo dijo al hilandero. Este, muy calmado, le dijo: 'Imposible muchacha, yo soy un hilandero de prestigio, jamás haría una cosa así. Por cierto, recoge tus cosas, ya no te necesitamos aquí.' La muchacha, incrédula, volvió a casa preguntándose porque el hilandero mentía de esa manera, se preguntaba porque no era un hombre honrado.

Y por último, la gota que colmó el vaso de la muchacha sucedió en el baile de primavera. Vívian acudió sola como de costumbre.
Ya en el baile un muchacho se le acerco y la invito a bailar, al reconocerlo Vívian se negó, pues era de los muchachos que andaban con malas compañías y holgazaneaban a menudo. Le dijo: 'No. Lo siento, no me gustas'. Entonces el muchacho enfureció e insultándola le golpeó en la cara partiéndole el labio.
La muchacha, horrorizada, huyó a su casa sangrando y sollozando. Ya en su lecho recapacitó sobre todo lo que le había ocurrido y recordó las palabras de sus padres: 'Las mentiras solo te traerán problemas'. Pero en realidad decir la verdad era lo que le había traído problemas. A partir de ese momento decidió que mentiría u ocultaría cosas cuando le fuera conveniente.

Y efectivamente no la echaron de más tabernas, ni la despidieron de mas trabajos, tampoco le partió la cara de nuevo ningún otro chico. La muchacha creyó que había aprendido una gran lección de la vida. Pero en realidad había olvidado lo más importante. Creyó que ganaba cuando decidió empezar a mentir. Pero en realidad había salido derrotada. Pues no era ella la que debía haber cambiado.

Como la muchacha, todos podemos elegir entre comodidad y falsedad o dificultad y verdad. Quizá ella no fuera lo suficientemente valiente para afrontar el camino correcto. ¿Y quien la obligaba a ello? Al fin y al cabo solo era una muchacha ..."

Arturo, que se había hecho el dormido al principio del relato, estaba ahora extrañado y estupefacto. Es como si el viejo conociera su vida mejor que el mismo y quisiera darle una lección para ayudarle.
El anciano levantó su cayado en una dirección hacia el bosque y Arturo se dirigió hacia allí como si le hubieran hipnotizado.

Siempre recordó ese encuentro como si lo hubiera soñado ... y quizá fuera así, pero desde entonces Arturo hizo cambios importantes en su vida por segunda vez.

Comentarios del autor:
"Me resulta menos complicado escribir cuando estoy inspirado."
En esta primera crónica mi amiga Sara ha sido mi inspiración. Por eso quiero dedicársela con cariño además de agradecerle el apoyo y el animo que me brindó para crear este blog.
Espero que la calidad de mis relatos vaya a más y pueda entretener a todo lector que tenga por bien el dejarse caer en las lineas de este humilde escritor.

Esta entrada fué publicada el 10 agosto, 2010 a las 3:09 . Puedes seguir cualquier respuesta a través de comments feed .

0 comentarios

Publicar un comentario